Texto Carlos A. Salgado
En este número de Rieles Latinoamericanos, queremos resaltar la importancia que en su tiempo tuvo, el que otrora fuera un modelo de conductor de locomotoras, como lo fue el maquinista Francisco Savio quién al comando de varias locomotoras de vapor, pero especialmente en la Nº 191, apodada "La Emperatriz", bordara algunas historias que la prensa escrita hizo suya, como homenaje a la personalidad de quién dio todo por el medio de transporte ferroviario.
El diario "El Mundo" de Buenos Aires en su momento, publicó el día martes 27 de julio de 1965 una nota que queremos transcribir íntegramente, para resaltar la importancia que tuvo el ferrocarril en la sociedad argentina, no sólo como medio de transporte que en su tiempo integró a casi todo nuestro país, sino por sus integrantes y por los elementos que lo componían.
Pero antes de pasar a narrar una de las historias que envolvió a este ejemplo de conductor de locomotoras, quiero destacar la figura de Francisco Savio antes de hacerse cargo de "La Emperatriz". Este conductor, pertenecía al Depósito de Locomotoras San Martín y era muy exigente en el cuidado que prestaba a su máquina, tanto en el aseo, como en mantenerla en perfecto estado de movilidad, lo que hizo que por lejos se distinguiera entre sus pares. Fue así, que en varias oportunidades fuera felicitado por la superioridad del ferrocarril, a tal punto, que una vez lo visitó el Presidente del Directorio de Londres del Ferrocarril Central Argentino, Barón Sir J. White Todd, quién al observar el estado de pulcritud en que se encontraba la locomotora a cargo de Savio, lo saludó y felicitó muy cortésmente.
En ese momento, más precisamente en la década del 10 del siglo XX, Savio tenía a órdenes la no menos famosa locomotora de vapor Nº 161 (°) con la que prestaba servicios de pasajeros entre Retiro y Rosario. Es así, que ya su fama comenzaba a despuntar, y para resaltar la personalidad del mismo, es que queremos llevar a ustedes, un reportaje realizado por la revista del Ferrocarril Central Argentino en su Nº 47, que hiciera G. Bautista Martín en octubre de 1914. El mismo dice lo siguiente:
El periodista le pregunta a Savio: "Queremos que nos cuente sobre la potencia y manejo de la locomotora, y los sucesos más notable que le acontecieran en su vida de maquinista".
Savio, exclama un "¡Oh!.....La 161 es una máquina obediente. Es la que corre, por lo general, los trenes de inspección y el comercial a Rosario. Se ha dado el caso, no visto en nuestra línea anteriormente, de desarrollar, en el trayecto comprendido entre Retiro y la citada estación, una velocidad de 93 km. por hora".
"Una vez a toda marcha, se llegó a Rosario, partiendo de Buenos Aires, en tres horas y cuarenta y cinco minutos. Ahora, sucesos notables en mi vida de maquinista no tengo. Soy un hombre sin historia. Jamás he sabido lo que es un choque. Lo que sí, he agarrado varios animales en las vías y también algunas personas imprudentes. Estas son tristes consecuencias de nuestro oficio", indicó.
"Se rumorea que le van a encargar otra locomotora, ¿es verdad? Interroga el periodista. A lo que Savio responde: "Cierto. Voy a prestar servicios con la Nº 191, que es otra locomotora que pesa 10 toneladas más que la Nº 161. Esta tiene que entrar en talleres para reparaciones generales. La pobre necesita que le remienden los desperfectos naturales que le ha causado el tiempo". "¿Qué kilometraje ha hecho usted en su locomotora hasta la actualidad (año 1914)?. Savio responde: "¡Oh! Bastante. Algo así como 160.000 km."
"¿Cuántos años de servicios tiene usted? pregunta el periodista. Savio sin inmutarse, contesta: "Dieciocho años. Entré a formar parte del personal del ex Ferrocarril Rosario, hoy Central Argentino en el año 1896, como Limpiador en el Depósito de Locomotoras San Martín. Después pasé a Peón de ajustaje; fui Foguista en la sección Norte durante año y medio; más tarde, llamado por la Superioridad, rendí examen de maquinista en la estación La Banda; y, seguido de esto, fui transferido a San Martín, en donde, como ustedes ven me encuentro ahora. Mi foguista, señor Meseguer, a quién deseo que mencione en su revista, me acompaña desde hace un año. Es un buen muchacho y parte de mi gloria le corresponde a él también".
Como pudimos apreciar en el reportaje realizado allá por el año 1914, Savio no daba importancia a su fama dentro del ferrocarril. Es decir, se sentía uno más dentro del plantel, y toda la labor que él realizaba, era tomada por éste como simple cumplimiento del deber.
Ahora si, queremos metemos de lleno en la historia que envolvió a este personaje de leyenda dentro de los ferrocarriles argentinos. Por eso querido lector, introduzcámonos en la misma y hagamos volar nuestra imaginación situándonos en esa época de gloria de nuestros trenes.
"Está en el misterioso ordenamiento de los hechos que el hombre incluya en sus afectos, las cosas que lo rodean. Es tradición marina, que el capitán se hunda con su barco. Habla el camionero de su equipo con tibia cordialidad. Hay periodistas convencidos de que su máquina de escribir es parte de su ego. Algo así, ocurrió en la historia (verídica) del maquinista Savio y la 191. Antes de que el tiempo la borre, quizá valga la pena rescatarla, en homenaje a la extraña ternura que la transita".
LA MÁQUINA
"Era enorme, negra, reluciente. Los entendidos la encontraban hermosa, cuando avanzaba con potentes bufidos al frente de una formación, envuelta en humo y vapor. Tenia un número, 191; y fue así, tal vez, la locomotora más popular del país durante muchos años".
"La 191, vaya a saberse por qué singulares designios, cobró un prestigio casi mitológico, como si la estirpe de los acerados dragones que se deslizan sobre rieles, cupieran una heráldica y un destino".
"Lo cierto es que la 191, primero para los ferroviarios del antiguo Ferrocarril Central Argentino y después para todo el mundo, se convirtió en un símbolo. Sirvió, por ejemplo, para que en los talleres Rosario de la empresa, en el año 1915, se construyera una pequeña réplica, que todavía puede verse en el gran "hall" de la estación Retiro (+)".
El público, metía una moneda en la ranura y la "maquinita" comenzaba a mover sus émbolos mayestáticamente. Es curioso destacar que, cuando fue instalada, los aportes recolectados se destinaron al Patronato de la Infancia. En agosto de 1915, el atractivo juguete reunió la formidable suma de $ 781,85, y para el año 1918 se había recaudado la cantidad de $ 9.271,40, que se destinaron a la construcción de un edificio"."La 191 aspiraba, empero, a mayores méritos. El 12 de febrero de 1926, el país se conmovía con el arribo del famoso hidroavión "Plus Ultra", tripulado por el comandante Franco. La noticia, tenía alborotado al interior del país".
"Para responder a la inusual expectativa, el diario "La Nación" editó un número especial donde reseñaba la magnífica hazaña. Para que ese diario fuera leído a primera hora en Rosario y el mismo día de su salida en Córdoba, fue contratado un tren especial".
"Se necesitaba una máquina capaz de realizar la proeza, y por supuesto, fue la 191, al frente de dos furgones y un coche de Primera Clase, la señalada".
"La salida de estación Retiro, se había arreglado para las 02,45 horas y el arribo a Rosario debía producirse a las 07,00 horas. Luego, se postergó la partida para las 03,39 horas".
"No modificaremos la hora de arribo (dijo el señor Bulman, Superintendente de locomotoras, mirando con orgullo la bruñida comba de la 191). Ella cumplirá la hazaña". "En definitiva, la máquina pitó salida en estación Retiro a las 03,39 horas. Durante la ruta, tanto en Campana, Zarate, Baradero, San Pedro y San Nicolás, la marcha fue moderada para dejar al paso los diarios en dichas ciudades".
"Y se cumplió la predicción: a las 07,00 horas en punto, un asombrado cambista de la estación Rosario Norte daba entrada al convoy. La distancia de 302,9 km. se había cumplido en 3 horas 21 minutos, a un promedio de 90,4 km por hora. Fue un record sudamericano de velocidad para trenes".
"Predestinación. Ese fue el caso de la 191. Cuanto huésped ilustre llegaba a la Argentina era confiado a su segura marcha. El Príncipe de Savoia, todos los Presidentes usaron trenes encabezados por "La Emperatriz" de las locomotoras".
Haciendo una investigación sobre el particular, RIELES LATINOAMERICANOS pudo saber que la Locomotora de Vapor Nº 191 el día del notable record de velocidad, fue conducida por el maquinista, señor J. Magnelli, por el foguista, señor E. Vildussi. Asimismo, viajaban en dicho tren, el Superintendente de Locomotoras, señor E. Bulman, y el Inspector de Locomotoras, señor E. Palin, ambos del Distrito de San Martín, quienes vigilaban la marcha del mismo. La locomotora de vapor Nº 191 (*).
EL HOMBRE
"Personaje tan importante como la 191 necesitaba, sin lugar a dudas, un gobernante condigno. Ese fue el maquinista Savio. Francisco Savio nació el 9 de agosto de 1882 en General Las Heras, Provincia de Buenos Aires".
"El 1° de Mayo de 1896, ingresó en el ferrocarril como Limpiador. A Savio (por entonces un atlético joven, de aire romántico) le apasionaban las locomotoras. Cuando tenía un rato libre, corría hacia el depósito para tocar (y admirar) las fascinantes máquinas que exhalaban vahos calientes. Su mirada se dirigía entonces hacia el puesto de comando, donde estaba el maquinista. "Pronto (anunció a sus familiares) llegaré a manejar una locomotora".
"Fue el comienzo de una carrera que debió llevar hacia la leyenda. El primero de enero de 1907, un parte de la empresa consignaba que Savio, que en el ínterin había ingresado en la Sección Tracción, era designado maquinista de quinta, después de rendir con brillantes calificaciones el examen".
En pocos años (apenas seis, considerando las exigencias del escalafón ferroviario) fue promovido a la primera categoría. Savio, para ese entonces se entregaba apasionadamente a su vocación. Para destacar su hercúlea estatura, vestía chaqueta blanca, pantalón de impecable raya y puños almidonados. "Parecía (relatan sus compañeros) que concurría a una fiesta de gala en lugar de ubicarse en la cabina, junto al foguista tiznado de carbón". Pero Savio era así. Un caballero desde el jopo hasta los talones, pasando por los enhiestos bigotes....."
"Un día lo llamaron. Junto al andén se encontraba, trepidante y lustrosa la 191. "Usted será, en lo sucesivo, el maquinista de la 191", fue la orden. Savio se estremeció. Iba a gobernar a "La Emperatriz". Se convertía en el capitán de la unidad insignia de todos los ferrocarriles argentinos. A partir de entonces, Savio comenzó a presentarse más atildado y elegante. Hasta su foguista debía venir impecable, rasurado, limpio. Con tozuda astucia rogó y exigió algunas reformas".
En principio, todas las llaves, manijas y elementos metálicos de la cabina se reemplazaron por piezas de reluciente bronce. Savio mismo efectuó una "decoración", dando toques señoriales a su trono. Cuando descendía en alguna estación, luciendo la famosa chaqueta blanca, parecía salido de una función en el Colón. La gente lo comentaba. Su figura se hizo muy popular permanentemente unida a la 191".
"La vida de Savio, en su tranquila residencia de San Martín, su esposa recuerda algunos episodios pintorescos. "A veces le preguntaba si estaba casado conmigo o con la 191. Cuando la locomotora entraba a reparaciones, Francisco iba a verla todos los días. De noche inquieto, solía revolverse en la cama"; también decía, "que me la traten con cuidando, si no estoy yo para controlarlos, son capaces de cualquier barbaridad".
"Humberto de Savoia, que visitó a Savio en la cabina de mando, le dijo: "Usted es el Garibaldi de los maquinistas". Eduardo de Windsor le estrechó la diestra "Gentleman, me han hablado mucho de usted". Savio era famoso. Un modelo viviente, un personaje a quien un romántico cronista de la época llamó: "El caballero del cisne con claras reminiscencias wagnerianas".
"Más"sic transit gloria mundi". El maquinista Francisco Savio se jubiló a fines del año 1932. Llegaban nuevas épocas. Se traían de Inglaterra y Hungría nuevas unidades de tracción. La 191, empavesada y brillando en la penumbra de Retiro (aquel había sido un día de fiesta) lo vio acercarse una noche".
"No había nadie sobre el andén. Savio trepó a la cabina, controló los mandos y lo fulgente del bronce, quitó un cuadrito que lo mostraba gallardo y erguido junto a "su" locomotora. Después descendió, lentamente, y se perdió en la noche. Fue el adiós". "El tiempo siguió corriendo. En su casa de San Martín, el maquinista Savio reunió todos sus bellos recuerdos en una salita que era conocida como el "Museo Savio". Allí en medio de sus más caros testimonios, estaba la borrosa fotografía de la 191".
"La vida de muchos ciudadanos ilustres ha estado en mis manos (evocaba ante sus amigos). Y los nombraba: Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Irigoyen, Alvear...." Jamás tuve un accidente y nunca una máquina como la incomparable 191".
"El 26 de octubre de 1963, don Francisco Savio abandonó este mundo y en su refugio de San Martín rodeado de sus cuadros, sus recortes y sus pergaminos. La noticia apenó a muchos en el ferrocarril, que lo admiraban y veían en él una reliquia. Dos semanas más tarde en una playa de maniobras, una gigantesca locomotora se salió de vías. Algo se resquebró en su férreo interior. Un escueto parte, dictado en la Gerencia del Ferrocarril General Mitre, señaló el epílogo"
"Declárase radiada de servicio a la locomotora Nº 191...". En verdad, una historia para un pequeño Plutarco.
Qué duda cabe: el maquinista Savio sigue gobernando la 191, en misteriosa dimensión.......".
La locomotora de vapor Nº 191 apodada "La Emperatriz", hoy se encuentra en perfectas condiciones de uso, muy bien custodiada por la gente del Ferroviario Club Central Argentino (F.C.C.A.), y su lugar de ubicación es en los Talleres Ferroviarios Pérez. Gracias a la desinteresada colaboración de la gente de dicho Ferroclub, podemos contar hoy con la presencia de la emblemática locomotora de vapor Nº 191, ya que si esperábamos que las anteriores autoridades ferroviarias hicieran algo por la misma, hoy seguramente estaría depositada en terrenos de algún chatarrero o simplemente ya no existiría más. Lo que si hay dudas, es que la locomotora de vapor que lleva en la actualidad el Nº 191 y que tiene en custodia el Ferroclub Central Argentino sea la verdadera "Emperatriz", pero mientras nadie diga lo contrario o figuren papeles que certifiquen que no lo sea, para nosotros los integrantes del staff de Rieles seguirá siendo la gloriosa 191.
Locomotora Nº 191 "La Emperatriz" restaurada por el Ferroviario Club Central Argentino de Pérez. Foto José F. C. Ciancia |
(°): Locomotora de vapor Nº 161: Serie P. 10 - Fabricada por Beyer, Peacock and Co. - Año 1911 - Rodado: 4-6-2/Tender: 4-4 - Peso en servicio: Locomotora 78.893 kg. Tender: 60.341 kg. - Peso vacío: Locomotora: 75.679 kg. Tender: 26.966 kg. - Capacidad del Ténder: Agua: 27.279 kg. -Petróleo: 9.000 kg.
(+): La maqueta en cuestión, se encuentra en estos momentos en la Facultad de Ingeniería.
(*): Locomotora de vapor Nº 191: Serie Original: P.S.10 - Rodado: 4-6-2/Tender: 4-4 - Fabricada por North British and Co. Lta. En el año 1914 - Peso en Servicio: Locomotora 79.745 kg. Tender: 66.455 kg. Total: 146.200 kg. - Peso Vacía: Locomotora: 72.263 kg. Tender: 30.766 kg. Total: 103.029 kg. - Capacidad del Tender: Agua: 27.279 kg. Petróleo: 9.000 kg. -Peso Adherente: 47.943 kg - Sistema de frenos: Vac. Autom. Poder de Tracción: 7.416 kg. -Adherencia: 7.990 kg.- Numeración: 191 al 200 •
Fuente: Rieles Latinoamericanos Nº 95 - Buenos Aires - Argentina